MORIR

Photo by Joseph Greve on Unsplash

MORIR
Pensar en la muerte aflige a mucha gente; sin embargo, es algo que hemos experimentado muchísimas veces. Nos referimos a la muerte del cuerpo físico, ya que lo que Somos en realidad, no hay fuerza en el Universo que lo pueda matar.
La mónada humana no tiene fin. El cuerpo físico se cansa, se gasta y deja de funcionar. Pero, sobre todo en occidente, se habla de dejar de existir y eso produce un sentimiento de desaparición. Deberíamos procurar dejar ese temor.

Las religiones también han contribuido a esos miedos, hablándonos del infierno y de esas cosas bastante infantiles. Morir es desprenderse de un vehículo ya gastado que no nos sirve, el verdadero ser humano es la mónada. Lo menos fácil es separarse de los seres queridos.
Se dice que morir es como cuando por la noche te vas a dormir y te despiertas al día siguiente; la diferencia está en que cuando despiertas, no lo haces en el mismo cuerpo ya conocido. Se dice que tras el último latido del corazón caemos en una inconsciencia, pero, antes de esto, entramos en un espacio/tiempo en el que tenemos consciencia de todo lo que ha sido nuestra vida en retroceso desde el ahora hasta la infancia.
Es por eso que en ese trance nada debe distraer al alma de esa visión, ya que ahí se da cuenta de lo que ha aprendido y lo que le queda por aprender.  
Hemos sabido de algunas personas que tras un grave accidente, pueden contar haber tenido esa visión retrospectiva de su vida y, en la mayoría de casos, se produce en ellos un gran cambio en su perspectiva de vida: se dan cuenta de la importancia de las experiencias evolutivas y dejan de distraerse con las que no aportan crecimiento.

Como dijimos es como irse a dormir, pero, según la Teosofía, cuando despiertas lo haces en la esfera astral del planeta, que tiene siete subdivisiones, dependiendo de la vibración (de la mayor o menor velocidad de los átomos). 
Cuando la persona muere es su cuerpo físico, compuesto de sólidos, líquidos y gaseosos, lo que desaparece.
Más tarde se diluye el cuerpo etéreo (energético). Esto se ha investigado con personas clarividentes expertas que tienen acceso consciente al plano astral: ven salir del cuerpo el etéreo, el astral y el mental. Parece ser que esto ocurre también al dormir, pero en ese caso nunca están desconectados del físico (cordón de plata), al contrario de cuando la persona muere.
Cuando ya no existe el ni el físico ni el etéreo, uno despierta en la subdivisión de la esfera astral más acorde con su vibración, pudiendo ser desde la más densa a la más sutil (la vibración más densa es producto de pocas encarnaciones, almas con poca evolución y que siguen su evolución en la vibración más afín a ellos). 
No existe algo o alguien que te premie o te castigue, todo depende de nosotros: tal como fuimos, seguimos en el astral después de la muerte. La vibración más densa correspondería a personas muy malvadas, antisociales...; la segunda subdivisión se correspondería a personas muy apegadas a la materia terrestre, al trabajo, al dinero, difíciles de soltarse; la tercera correspondería al hombre corriente, mezcla de diferentes vibraciones...
Todo sigue la Ley de Correspondencia y así vamos pasando de un nivel al otro del astral, limpiando y puliendo, purgando. Por ejemplo, una persona con una adicción o vicio muy arraigado, cuando desencarna sigue con esa adicción, pero al no tener sentidos físicos, no puede satisfacerla; aquí hay sufrimiento hasta que el hábito pierde energía, desaparece y el alma se purifica. Así, en diversas encarnaciones, va puliendo todos esos niveles. Una vez pulido, el astral se desintegra como hizo el físico y el etéreo y el alma cae en un descanso hasta que accede a la esfera mental de la Tierra. Esta tiene una vibración muy elevada, tanto es así que no podríamos aparecer ahí sin pasar antes por el plano astral, ya que no podríamos soportar su elevada vibración. También con sus siete niveles llegamos al mundo mental: primero al mental inferior, pero este ya es lo que podríamos llamar el paraíso, el devachan, donde parece ser que nos encontramos con la energía de los seres queridos que ya han llegado ahí. Después vamos elevando nuestra vibración y pasamos los siete niveles, se desintegra también el mental y el alma descansa. Las cosas aprendidas se transforman en facultades y llegamos al mental superior: la mente abstracta o Cuerpo Causal, donde se almacenan como causas todo lo aprendido o no aprendido, que será la causa de la próxima encarnación.

Según la Teosofía, de cada uno de los cuerpos desintegrados la naturaleza guarda un átomo, el átomo simiente, que se deposita en el Cuerpo Causal. Más tarde, la Ley del Karma determina cómo será la siguiente encarnación, teniendo como germen el átomo simiente. Todo eso lo determina el Karma: la forma física, el sexo, el molde etéreo, el astral, el mental, todo sigue las leyes establecidas, dependiendo de nuestra evolución, aunque devas y seres de luz nos ayudan hasta lo que se les permite, por lo que nosotros traemos aprendido o por aprender. 
Indaga y descubre.

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Sesión del tema: martes, 30 de abril de 2019.