Permitidme explicar una experiencia personal y muy enriquecedora: la vivencia del bienestar que proporciona realizar unos días de silencio y ayuno, reconociendo la capacidad que tiene el cuerpo para regenerarse y sanarse. Creo que si tuviéramos “tiempo” de observarnos y de conocernos, seríamos más sensibles a los mensajes que el cuerpo nos envía para autosanarnos.
Con un ayuno de unos cuantos días, le damos al cuerpo la oportunidad de desintoxicarse.
Aunque nos cuidemos mucho, comamos bien, o seamos o no vegetarianos, el cuerpo acumula siempre toxinas y agradece unos días de ayuno y tranquilidad, y la mente también.
Es muy aconsejable darse permiso para estar solo, por y con uno mismo. Hablar poco y hacer menos, sentir más conscientemente las sensaciones. Nuestros órganos internos agradecen este descanso que les damos, nuestras emociones están en calma y nuestra mente adquiere mas claridad.
Después de los tres primeros días, sientes una energía renovada, fluyes con la naturaleza y te sientes, más que nunca, parte de ella: agradeces todo, no necesitas nada.
Pasados unos seis o siete días más, pococ a poco te vuelves a incorporar a tu vida y dieta más habitual, pero no eres el mismo: te conoces mejor y te has enriquecido de comprensión hacia ti mismo y hacia los demás.
No cuesta mucho ayunar unos días, pero tienes que mentalizarte para experimentar el proceso y observar las diversas sensaciones que se presentan, y, por supuesto, si estás tomando alguna medicación o tienes alguna disfunción, no debes hacerlo nunca por cuenta propia, sin contar con el consejo de un profesional de la salud.
Con un ayuno de unos cuantos días, le damos al cuerpo la oportunidad de desintoxicarse.
Aunque nos cuidemos mucho, comamos bien, o seamos o no vegetarianos, el cuerpo acumula siempre toxinas y agradece unos días de ayuno y tranquilidad, y la mente también.
Es muy aconsejable darse permiso para estar solo, por y con uno mismo. Hablar poco y hacer menos, sentir más conscientemente las sensaciones. Nuestros órganos internos agradecen este descanso que les damos, nuestras emociones están en calma y nuestra mente adquiere mas claridad.
Después de los tres primeros días, sientes una energía renovada, fluyes con la naturaleza y te sientes, más que nunca, parte de ella: agradeces todo, no necesitas nada.
Pasados unos seis o siete días más, pococ a poco te vuelves a incorporar a tu vida y dieta más habitual, pero no eres el mismo: te conoces mejor y te has enriquecido de comprensión hacia ti mismo y hacia los demás.
No cuesta mucho ayunar unos días, pero tienes que mentalizarte para experimentar el proceso y observar las diversas sensaciones que se presentan, y, por supuesto, si estás tomando alguna medicación o tienes alguna disfunción, no debes hacerlo nunca por cuenta propia, sin contar con el consejo de un profesional de la salud.
Si os interesa, en el blog hay un artículo sobre el elemento Tierra en el que estamos ahora.
Esta época te invita a recogerte y a escucharte. Una vez recibido el mensaje, poner acción. Si el mensaje no es claro, vuelve a preguntar, pero no lo alargues excesivamente, ya que corres el peligro de paralizarte. Da un paso hacia donde creas mejor, no lo pienses más. Nunca hay errores, sino quizás alguna vuelta más en el camino con su consiguiente experiencia y aprendizaje... ¿acaso tienes prisa? ¿a dónde crees que vas?
Si tenéis alguna experiencia que compartir, que creáis que nos puede ayudar, dejadla en el blog para enriquecernos todos.
Muchas gracias.