PAZ ESENIA


Los esenios, en sus enseñanzas, consideraban que el hombre tenía tres aspectos: un cuerpo pensante, un cuerpo sintiente y un cuerpo actuante.
Lo más elevado del cuerpo pensante es la Sabiduría, del cuerpo sintiente lo es el Amor; y esas dos energías se manifiestan en el movimiento y la acción del cuerpo actuante. 
Aprendían a aplicar esa Ley de plena armonía y coherencia en cada uno de los siete aspectos de la vida: físico, emocional, mental, social, cultural, en sus relaciones con la Tierra y la naturaleza, y en sus relaciones con la totalidad el cosmos.

Las funciones del cuerpo físico eran actuar y moverse. Este concepto de la cultura esenia era más profundo que el de las demás culturas antiguas: los griegos asociaban el cuerpo con la belleza; los romanos lo asociaban a la fuerza; y para los cristianos el pecado estaba asociado al cuerpo.
Los esenios sabían que en el cuerpo humano, tras miles de años de evolución,  estaban manifestadas todas las leyes de la vida y del cosmos; ya que el hombre desempeñaba tres papeles: el de su evolución individual, el de la relación con el planeta en el que vive  y como una unidad del cosmos.
El hombre debía hacer un uso equilibrado de sus energías terrenales y espirituales, ya que no está solo en el Universo, sino que es uno más entre otros seres existentes, tanto en la Tierra como en otros planetas.
Sabían que el cuerpo actuante tiene relación con los demás cuerpos actuantes del Universo, por eso consideraban de suma importancia cuidarse de la salud del cuerpo actuante en todos los aspectos: tanto para el mismo individuo, como para todos los cuerpos de la Tierra y de otros planetas.
Aprendían la forma de alimentarse, la forma de respirar, el beneficio del contacto con la Tierra y la naturaleza, la exposición cuidadosa al sol una vez al día y en los momentos y tiempo adecuados, la hidroterapia, la helioterapia, aprendían a adaptar el cuerpo a los diferentes cambios de las fuerzas de la naturaleza en la que vivía y se movía.  Aprendían a diferenciar las distintas plantas y los nutrientes que necesitaban en cada momento en su alimentación y sanación. Aprendían que la enfermedad es una desviación de la Ley y sabían cómo volver a equilibrar su cuerpo, aunque generalmente gozaban de una extraordinaria salud y vitalidad. Sabían del poder que el pensamiento tiene sobre el cuerpo actuante, del beneficio de la moderación en todo y de la práctica del ayuno para incrementar la paz terrenal y espiritual en el cuerpo actuante, así participaban de su propia evolución, de la evolución del planeta y de la del cosmos, permitiendo que el individuo se convirtiera en cocreador con la Ley y con Dios.
Esta era la primera paz, la paz con el cuerpo.

Seguía la paz con la mente en los siete aspectos de su vida.
Los esenios sabían que la fuerza del pensamiento era mucho más poderosa que el sentimiento o la acción, pues es la que instiga a ambos. A la totalidad de los pensamientos del individuo le llamaban su cuerpo pensante. La totalidad de los cuerpos pensantes de la Tierra, formaban el cuerpo pensante de la Tierra. La totalidad de los cuerpos pensantes del Universo, formaban el Océano Cósmico de pensamientos.
Al igual que el cuerpo actuante, el cuerpo pensante también tiene tres funciones, una individual, otra planetaria y otra cósmica. Su función individual es utilizar el poder del pensamiento para dirigir y guiar las corrientes de sentimientos del cuerpo sintiente del individuo y las acciones de su cuerpo actuante, ya que el cuerpo pensante penetra esos cuerpos. Su función planetaria es contribuir con pensamientos nobles y elevados al cuerpo pensante planetario.
Los pensamientos de un individuo forman un campo alrededor suyo, similar al campo magnético de un imán. En este campo de fuerza, los pensamientos del individuo están continuamente surgiendo y siendo proyectados; al mismo tiempo recibe corrientes de pensamientos del campo planetario del que forma parte. De este modo un individuo piensa, siente y actúa en la atmósfera de pensamientos que lo rodea, a la cual él mismo está continuamente contribuyendo, siendo responsable de lo que aporta a ella.  
La función cósmica no se llega a cumplir fácilmente, ya que la atmósfera planetaria pensante contiene solo una parte infinitesimal de pensamientos lo suficientemente elevados como para desprenderse de las fuerzas planetarias que los atraen hacia sus respectivos planetas. Solo las corrientes de pensamiento elevadas, que han logrado vencer las fuerzas gravitatorias, se pueden unir al Océano Cósmico de pensamientos; ya que este Océano Cósmico representa la perfección de la Ley. La Omnipotencia y Omnipresencia de la Ley ha existido y existirá siempre, y es mucho más antigua que cualquiera de los planetas que existen y que todos los sistemas solares galácticos y ultra-galácticos. La función cósmica del cuerpo pensante individual es crear pensamientos de una vibración tan elevada que puedan unirse a ese Océano Cósmico de pensamientos.

Los esenios consideraban que el cuerpo pensante es el mayor regalo que el hombre ha recibido de su Creador, pues él le confiere la capacidad de ser consciente de la Ley, de entenderla y comprenderla en su omnipotencia, de percibir sus manifestaciones en cada célula y en todo lo que le rodea. Afín a la Ley, el hombre puede realizar cualquier cosa y así poder convertirse en cocreador junto con Dios, comprendiendo que esto es lo más elevado que existe.
Por tanto, gracias a la poderosa fuerza del pensamiento, el hombre posee la libertad y capacidad de realizar cualquier cosa que desee realmente, cualquier aspiración acorde con la Ley: si el pensamiento del hombre está en armonía puede remediar cualquier desarmonía que haya podido crear en el pasado, puede recrear su cuerpo pensante, sintiente y actuante, puede curar todas las enfermedades de su cuerpo físico y crear una plena armonía en su entorno y en su mundo. Pero si las corrientes de pensamientos de su cuerpo pensante no están de acuerdo con la Ley, no habrá nada que pueda crear esa armonía en el mundo del hombre.

Solo una pequeña parte la humanidad hace uso de las capacidades de su cuerpo pensante. La gran mayoría usa su cuerpo pensante de forma irresponsable, inconsciente de que sus pensamientos pueden destruir o construir. A través de sus mentes pasan un continuo de ideas sin ninguna dirección, sin embargo, esos pensamientos a la deriva pueden crear poderosas fuerzas que pasan por sus cuerpos sintiente y actuante, eso emite radiaciones armónicas o desarmónicas según sea la vibración del pensamiento emitido. Si el hombre no es consciente de la Ley, se sentirá inducido por corrientes inarmónicas que lo desviarán de su centro. Esas corrientes son las que crean todas las imperfecciones, limitaciones y negaciones en el mundo, limitaciones en sí mismo, en su entorno, en la sociedad y en el planeta, esas fuerzas reaccionan con los propios cuerpos del hombre, creando toda clase de carencias. Cada vez que el hombre crea, acepta, o da paso a un pensamiento inferior, está reforzando esa fuerza inferior, según el impulso del pensamiento se encadena un sinfín de fuerzas carentes de armonía, que repercuten en sus cuerpos, creando enfermedades físicas, emocionales y mentales, expandiéndose esa desarmonía por todo el entorno afín a esa vibración, individuos inconscientes de la Ley y que no saben cómo protegerse de esa desarmonía de pensamientos creados por otros, pero atraídos por ellos.
De este modo, cada individuo en desarmonía con la Ley inicia un desviamiento en cadena de forma inconsciente, pero que se extiende por todo el planeta y mundos planetarios, causando cada vez más imperfecciones, limitaciones y negaciones.

Los grandes maestros esenios enseñaron cómo prevenir esas oleadas  de conflicto en su origen, antes de que el pensamiento inarmónico se origine. Enseñaron el modo de pensar correcto, el modo de no desviarse de la Ley: seguir la Ley es cuidar tus cuerpos actuante, sintiente y pensante, y nunca recibir ni aceptar en la conciencia ningún pensamiento que no sea perfecto. Enseñaron que el hombre es libre, si así lo desea, de trabajar con la Ley, creando en su mundo y en el mundo que lo rodea más y mejores condiciones de vida.
Sin embargo, el hombre aunque trata constantemente de mejorar esas condiciones, lo hace ignorando la Ley; busca paz y armonía, pero lo hace a través de los medios externos, de las demostraciones de la ciencia, de la técnica y de los sistemas económicos... sin saber que la desarmonía que él ha puesto en marcha no se armonizará por medios materiales, sino solo cuando ponga en marcha la Ley de la Paz y de la Armonía dentro de sí mismo y en todos los aspectos de su vida.

Tema para debatir y trabajar en grupo el lunes 21 de diciembre.

Hoy no encontráis ningún ejercicio práctico como es lo habitual, sin embargo, si os interesa el tema, la lectura y reflexión sobre la Ley de Paz y Armonía ya es por sí mismo un trabajo que puede ser adecuado en estas fechas de excesivo consumismo disfrazado de emociones con lucecitas y campanitas navideñas.

De todas formas os deseo sinceramente que la Ley de la Paz y la Armonía impregne de sabiduría vuestras mentes y de amor vuestros corazones generando un 2016 de PAZ Y AMOR

Gracias a todos.