Entonces, nos damos cuenta de que la mayor parte del
tiempo estamos y vivimos en el campo de las emociones, desde nosotros y hacia
nosotros.
Hay múltiples canales en la vida emocional, en la
nuestra, en la de nuestro entorno y en la del Planeta. Somos como pararrayos
que dispersan tormentas astrales o emocionales que vienen del entorno y del
Planeta, pero, a veces, hay un bloqueo en ese simbólico pararrayos y estamos
indefensos ante esas frecuencias vibratorias que se incorporan a nosotros.
Hay dos tipos de tormentas: una, la de la atmósfera que
nos rodea y sobre ésta no tengo ningún control, yo no puedo cambiar la
frecuencia vibratoria de las tormentas emocionales del Planeta en los diversos
conflictos que vive, pero sí que puedo trabajar en mi campo emocional para que
esas tormentas no me afecten.
¿Cómo?
Primero, reconociendo las tormentas internas, el segundo tipo de tormentas.
No podemos
establecer un vínculo emocional armónico mientras tengamos turbulencias
internas.
Segundo, reconociendo que las tormentas internas tienen dos
expresiones básicas en el cuerpo emocional.
- 1ª expresión: la impaciencia. La impaciencia es la patología del tiempo interior. El tiempo no va más rápido o más lento, el tiempo es el movimiento de tu conciencia. Si tu conciencia se acelera, el tiempo se acelera, no le des la culpa al tiempo. Con una conciencia acelerada dejamos muestro tiempo interior atrás, lo dejamos rezagado y vamos por un sendero peligroso. Respira y establece serenidad, siente el presente. Perdemos nuestra paz con la impaciencia y la paz es nuestra raíz, es nuestro punto fundamental de anclaje, es el punto de partida. Sin paz me derrumbo por la vida, he perdido mi centro.
- 2ª expresión: la irritabilidad. La impaciencia produce un estado fisiológico y emocional basal muy peligroso, la irritabilidad. En la irritabilidad pierdes tu energía, pierdes la corriente que te permite iluminar, calentar la vida, amar la vida, seguir un propósito, te pierde tu irritabilidad.
Tu impaciencia e irritabilidad te sacan del control, de tu
centro y te conviertes en un instrumento que va a la deriva, va en dirección de
los eventos externos.
Aunque te propongas llevar el timón de tu vida, si eres
impaciente y estas irritable, no podrás y, además, estarás abandonando lo mejor
de tu potencial.
La impaciencia y la irritabilidad son un cortocircuito
que te saca de la dimensión del tiempo interno y te desorienta en el espacio. Bajas
tu vibración y estás a expensas de los eventos externos.
El primer paso para reencontrar nuestra paz, es la
autoconciencia. Conocernos, mirarnos y saber de dónde sale mi impaciencia, qué
miedo esconde. Poner en marcha mi voluntad para gestionar el conocimiento de mí
mismo sin reservas ni autoengaños. En ese proceso acepto, reconozco mi
impaciencia y mi irritabilidad, las reconozco en mí, me visualizo en esas
emociones, las siento, las respiro y tomo el papel de observador de esa
tormenta interna. Entonces soy consciente de que no soy esas emociones, comienzo
a desidentificarme de ellas y éstas van perdiendo poder. Si no es así, las
emociones tienen el poder de arrastrarnos al más bajo y peligroso nivel
vibratorio.
Cuando te conozcas, reconocerás tus sombras sabiendo que
son parte de tu luz no manifestada. Entonces respiras y sientes en ti el no
tiempo. La impaciencia se diluye, estás en paz y la paz se expresa también a tu
alrededor. Entras en un nivel vibratorio en que los eventos externos a tu
alrededor reflejan tu propia paz, estás en paz y la expandes al mundo.
EJERCICIO PRÁCTICO:
Busca tu momento para sentirte, para observarte, para
escucharte.
Mira tu postura, siente tu respiración. De una forma
tranquila deja entrar el aire (inspiración 6, retención 3, espiración 9, pausa 3; repite
21 veces).
Deja que la respiración se realice en ti de forma
habitual, sin prisas.
Relaja tu cuerpo y tu mente.
Visualiza el sol en tu horizonte mental: YO ESTOY EN LA
LUZ.
Observa cómo esa luz penetra en tu cabeza: LA LUZ ESTÁ EN MI.
La luz se
desplaza hasta tu corazón: YO SOY LA LUZ.
Esta luz se expande dentro de ti, sanando, protegiendo y guiándote.
Entras en una alineación física-emocional-mental.
Visualízate expresando y sintiendo alguna de esas
emociones que a veces te perturban. No juzgues nada, solo mira, solo observa.
Ahora, una vez reconocidas, expande tu luz a esas emociones, sin porqués ni para
ques. Acepta que están ahí e ilumínalas.
Después vuelve a tu respiración y silénciate unos
minutos.
Silencio.
Muchas gracias por tu atención.
Trabajo grupal de los lunes 11 y 18 de mayo.