AMAR XIII : EL MIEDO Y EL PERDON


Este es el último de los espacios  dedicados a este ciclo de “AMAR”, aunque seguiremos practicando estos temas en los espacios de encuentro de los lunes.
El miedo es uno de los sentimientos más arraigado en todo ser humano, genera inseguridad, duda, falta de confianza, no confiamos en nosotros mismos, ni en los demás, tememos; dudamos constantemente qué dirección tomar, por lo cual, muchas veces no nos movemos, el miedo nos paraliza.
El alma humana registra una básica/triple programación mental (culpa, indignidad y miedo) que se inscribe como realidad tangible en su código genético y atrae constante sufrimiento.
Hace ya décadas se descubrió el gen de la violencia: personas que pueden ser violentas, de forma tan natural como otras son morenas o rubias. Esto no quiere decir que no podamos cambiar, somos continuos mutantes. Nuestro cuerpo físico y con él nuestras células y su núcleo de información, pueden cambiar si cambia nuestro estado mental, si cambian nuestras creencias. Todo lo tangible y concreto es el resultado de un estado mental e intangible.
¿Cómo podemos cancelar esos registros de sufrimiento?, ¿deseamos liberarnos del miedo, sentirnos confiados y seguros?
Hay que dar un paso en otra dirección, salir de la ignorancia, creer en lo que Somos y confiar, confiar en Eso que Somos y creer que los demás también Son.
Debido a la sensación de sentirse separada del Todo, el alma humana registra miedo por creerse culpable de dicha separación.
No hay tal separación, pero el alma asi lo siente. Cambiemos esa sensación, por la sensación de sentirnos perdonados, cuando crees que no debes nada, que todo está perdonado, te sientes en paz.
El perdón es nuestro gran aliado en este proceso, sabemos que somos inocentes y no hay nada que perdonar, pero ese registro de sufrimiento necesita ahora del perdón.
Conseguir el fruto del Perdón y de la Libertad, plantando esa semilla en el corazón, practicando el perdón hacia los demás. Esa es la Ley.
La vida te traerá “presuntos ofensores” (vienen a despertar tu confianza), para que los perdones; el propósito de la ofensa no es que tú te defiendas, sino que confíes en lo que “Eres” y sepas que nada ni nadie te puede ofender.
Hay varias formas de perdón, pero solo uno sincero e incondicional.
 1—quiero justicia, no me cuentes nada, me lavo las manos. Eso no es perdón.
 2—perdono, pero no olvido. Eso no es pedón.
 3—no tengo nada que perdonar, siento que no me has hecho nada. Eso ya es perdón.
 4—otra forma ya mucho más amorosa y sutil de perdón es el de aquel que conoce esa programación del alma: sabes que aunque tú no tengas nada que perdonar, el otro se siente culpable e inconscientemente se atraerá un castigo, entonces tu vas y le brindas tu perdón, no ya por ti, sino por él, eso es Perdonar. Entonces nos damos cuenta de que todo siempre ha sido y es justo y adecuado y que en verdad no hay nada que perdonar. Pero mientras tú lo necesites, prodígalo a los demás
Lo que das al otro, a ti mismo te lo das.
Resucita como hombre nuevo.

EJERCICIO PRÁCTICO:

Céntrate en tu espacio, en tu momento mágico, en tu alineación, en tu respiración, sigue el fluir del aire durante unos momentos.
Vuelve a tu centro cardiaco y observa sinceramente. Observa este instante presente, en presente no hay miedo.
¿Qué es lo que temes?
¿Sientes que ese temor no te deja avanzar?
Si sientes un exceso de miedo, tendrás alguna sensación en tu garganta, observa, ¿Qué es lo que te ahoga?
Es tu misma falta de confianza.
La respuesta solo es una, Confía, Confía, Confía, Confía en lo que Eres y entrégate.
Confía también en los demás. Todo es justo. Todo es adecuado. No hay nada que temer ni nada que perdonar.
Silencio.

Muchas gracias por tu confianza.