ADAPTADORES

En nuestra vida cotidiana estamos en continua relación con personas más o menos cercanas, con algunas nos une gran afecto, con otras solo simpatía, con otras indiferencia, o tal vez mal rollo, o, incluso, rencor o resentimiento.
En este punto del camino, sabemos ya que cada relación, por mínima que sea, nos sirve en nuestra andadura evolutiva, aunque solo nos hayamos cruzado un segundo en la vida. Sin embargo, nuestro cuerpo emocional naturalmente no atiende a “razones” y, a veces, con un pequeño roce, surge el chispazo y comienza a arder, desencadenándose un gran fuego difícil de apagar.
Si seguimos trabajando interiormente, la propuesta de hoy es que, conscientemente, nos procuremos un “adaptador” o varios. ¿Qué significa esto?
Un adaptador es un artilugio que permite adaptar la corriente eléctrica a lo que el aparato necesita, para que éste no se queme por exceso de energía; un ejemplo sería cuándo le hablas a un niño pequeño, procuras ponerte y explicarte a su nivel para que te entienda, incluso, a veces, cambias el tono de voz, te adaptas a su vibración.
Si nos queremos relacionar sin conflictos con los que nos rodean, quizás nos sería efectivo crear dentro de nosotros ese adaptador, relacionarnos con cada persona según lo que ésta nos “pida”, según su vibración, pero, naturalmente, sin falsedades y sin perder nuestra coherencia.
Esto no es fácil, no hay una fórmula mágica para crear adaptadores internos sin dejar de ser tu mismo, pero, si es esa tu voluntad, tu sabrás cómo hacerlo, dejándote llevar por tu intuición. Ten en cuenta que adaptarse no es conformarse o resignarse, adaptarse conlleva una vibración mucho más elevada.
Si eres coherente contigo mismo y estás en tu lugar, esa vibración que emites te dirá qué adaptador necesitas en tu relación con cada persona o situación, en cada momento.
 El ego quizás nos haga creer que debemos “bajar” nuestro nivel vibratorio al de otra persona para poder entendernos, pero es todo lo contrario: decidir mirar y escuchar al otro sin juicios, empatizar, y “estar” con él, siempre eleva nuestra vibración, aprendemos uno del otro y avanzamos juntos, quizás es un solo instante, quizás cada uno seguirá su senda, pero en ese presente de unidad, la comunicación se vuelve comunión.  

EJERCICIO PRÁCTICO:
Sigue con tu práctica interior, mira hacia adentro, escúchate, observa tu cuerpo, tu respiración…no dialogues con tus pensamientos, quédate en ti mismo, descansa en el Ser.
Toma una inspiración profunda y al exhalar visualiza tu relación con alguna persona con la que habitualmente surge algún punto de conflicto. Observa el sentimiento que se desencadena en ti, no juzgues nada, observa los detalles, vuestras actitudes, vuestros diálogos.
Seguro que descubres algo de lo que hasta ahora no eras consciente, ¿podrías cambiar algún punto? Si es tu voluntad, busca la forma, crea el “adaptador” con el que puedas llegar a esa persona de forma auténtica, quizás es un solo gesto, o una palabra. 
Siente… ¿qué es lo que puedes hacer para que ese momento de relación sea plácido y tranquilo, sin dejar de ser coherente?.... Observa, quizás necesites más de una práctica para descubrirlo.
Vuelve a tu respiración, descansa.
Silencio.

Muchas gracias por tu confianza.