EL DESEO

Buda ya reveló que el deseo es causa de sufrimiento y, para comprender esto, debemos tomar conciencia de que aparece el sufrimiento en nuestra vida siempre que deseamos algo, ya que siendo como es, en este nivel, todo pasajero e ilusorio, nunca se ajusta a lo deseado.
El deseo se va encadenando en varias direcciones, generando así el estrés y la ansiedad (sufrimiento) en que está sumida la humanidad desde el origen.
Sin embargo, es casi imposible dejar de tener deseos mientras vivimos la experiencia humana.
El deseo es como una secreción sutil del cuerpo emocional y es por eso que el deseo siempre aparece en la vida de una forma u otra.
No obstante, cuando somos conscientes de esto, podemos canalizar esa energía emocional hacia deseos de una vibración cada vez más elevada, hasta que algún día nos sentiremos en plenitud, uno en el Ser.
En el Ser Uno no hay necesidades y, por consiguiente, no hay deseos.
Esta “liberación” se da naturalmente y de forma progresiva en el ser humano durante las diversas iniciaciones y expansiones que experimenta nuestra conciencia. No podemos forzarnos a no desear algo, ya que el solo hecho de no querer desear, ya es en sí un deseo.
Si hay algo que nuestro ego reclama, lo mejor (si nos es factible y no implica daño), es dárselo, siendo consciente de que es un deseo egóico, ya que si no nos lo irá mostrando de tanto en tanto, hasta que se lo concedamos, o bien dejemos de desearlo.
Todo depende de nuestro nivel de conciencia: en general, nos hemos interesado poco por la evolución del universo del que formamos parte. La ignorancia de lo que somos, ha desencadenado en nosotros apegos y deseos, causantes de gran parte de nuestro sufrimiento.
La ignorancia básica de que la vida es una nos hace anhelar cosas que en realidad ya forman parte de nosotros, creemos que “necesitamos” lo que ya está en nosotros.
Dice el Bhagavad Gita sobre la ignorancia: "el hombre es ignorante, pero ignora que lo es".
El autoconocimiento interno, el sentirnos uno con la vida y con los demás, el sentirnos satisfechos y agradecidos con lo que vivimos, apacigua el deseo, ya que sentimos la plenitud en nosotros mismos.
Esta sería una forma de vivir el presente, sin lamentaciones de lo mejor de un pasado, ni ilusiones por lo mejor de un futuro.
Vive el presente, agradece constantemente la vida que vives (incluso en momentos complicados), el aire que respiras, agradece todo lo que hay en tu entorno, no necesitas nada, todo esta en ti, no dejes de agradecer y confiar.

EJERCICIO PRÁCTICO:
Busca tu retiro interior, quédate en ese instante de concentración y observación.
Sigue la respiración, su movimiento…., la relajación y tranquilidad van llegando a ti.
Toma una inspiración profunda y, al exhalar, siente tu corazón... ¿sientes que te envía algún mensaje?, ¿algún deseo por realizar o por vivir o tener?... 
Observa sensaciones.
Ahora, toma otra inspiración y, al exhalar, agradece la vida, agradece todo lo que vives y lo que tienes, agradece tu salud y la de los seres que te rodean, no dudes de que la tenéis.
No pidas nada (eso implica creer que no lo tienes), agradeciendo es como se manifiesta en ti, eso que crees no tener.
Agradece y confía.
Silencio.

Muchas gracias por tu atención