LAS PANTALLAS

En cualquier aspecto de la vida, solo es posible avanzar si ascendemos gradas, peldaño a peldaño, grado a grado.
Nos graduamos poco a poco, sin imponer un tiempo determinado para cada grado, pero incorporándolo al cien por cien cuando lo hacemos.
Cada instante, la vida nos pide ser auténticos, ser nosotros mismos, ser tal como somos. Para eso necesitamos sencillez y humildad para aceptar que no sabemos, y voluntad para decidir aprender, somos aprendices de nuestro propio sendero.
Cuando somos conscientes de avanzar y aprender, comenzamos a sentir la llama interior que va iluminando, siempre en presente, dicho sendero.
Así como el buscador, el científico, o el religioso emprenden un sendero hacia afuera (conocer las leyes de la naturaleza o conocer a Dios); el sendero del aprendiz es hacia adentro, hacia el reconocimiento de nosotros mismos, es algo que implica reconocer la luz hacia el interior.
Sin embargo, no hay reconocimiento sin reflexión; reflexión que, un día, me lleva a descubrir mi propia imagen proyectada en el mundo.
En el humilde sendero del aprendiz, reconocemos una imagen nuestra en cada relación, padre, madre, hermano, hijo, pareja, etc.
Descubrimos en el otro la polaridad que nosotros no mostramos, lo que vive en nuestra sombra.
El conflicto, que antes hacía que buscásemos culpables, ahora nos sirve para darnos cuenta de nuestros sentimientos más escondidos y nos liberamos mutuamente; por supuesto, eso no evita sentir vivamente la emoción, pero la observamos y la dejamos fluir, sin culpas y agradeciendo a la persona o situación que nos ha servido de pantalla su ayuda por estar ahí en ese instante.

EJERCICIO PRÁCTICO:
Dedica un momento especial a este ejercicio, entra en reflexión interna y siente tu respiración y tu cuerpo.
Visualiza ante ti a una persona que conviva contigo.
Desde el corazón, nos sonreímos; el corazón sonríe siempre y miramos al otro a los ojos: -permíteme mirarme en tus ojos, permíteme reconocerme en ti, volverme a conocer en ti; si no fuera por el milagro de tu existencia, no me podría reconocer; tu estas ahí para completarme y ayudarme a saber quién soy, ya que no puedo ser sin ti; gracias, te amo. Toma una inspiración profunda y al espirar, aleja ya de ti la imagen y la sensación. Silencio.

Repite este ejercicio cuantas veces quieras y con las diferentes personas con las que compartes tu vida. Observa los cambios.

Gracias por tu confianza.