TODO ES UNO

En estos tiempos en que vivimos y con los estudios científicos de hoy, ya todos creemos, de una u otra forma, que hay una Causa generadora del Universo físico en el que vivimos. La física cuántica investiga a partir de la materia concreta y llega a un estado de “vacío”, naturalmente un vacío energéticamente lleno o “nada”; “nada” con poder de manifestación (según dicen los propios científicos), es un vacío cuántico del que surge la materia.
En la tradición hindú, Brahmán (lo Absoluto) emana de sí el Universo y se sumerge en él. El budismo habla de la Naturaleza de la Mente y la continuidad de Conciencia. También hay sectores, sobre todo de tradición judeo-cristiana, que, como creencia creacionista, creen que todo es obra de un Ser Superior que en un momento determinado crea el Universo y con él al ser humano.
Sin embargo, observamos que la palabra Universo significa el giro del Uno. Solo hay Uno , expresándose a través de todas las formas; el Uno o el Todo (hermetismo) se extiende, se expande y se concreta en la materia; el ser humano es un estado diferente del mismo Uno, solo hay Uno (Unidad), todo es Todo.
El creacionismo nos habla del Creador y de una criatura creada. Aquí vemos dos (separación): el Creador es una cosa y el ser humano otra, por supuesto muy diferente a su Creador ya que el ser humano, según esta creencia, deberá hacer “méritos” en esta vida para ganarse el “cielo” en la otra; curioso y difícil panorama.
Sin embargo, creer que somos emanación (no creación) del Uno nos da esperanza. Somos lo mismo en diferentes estados, como el agua y el hielo; lo que quiere decir, si tomamos esto como metáfora, que al igual que el agua (Uno) un día se puede densificar y manifestarse como hielo (ser humano), un día el hielo toma conciencia de lo que Es, abandona sus resistencias y vuelve a ser agua; como la onda y la partícula, ya que no ha habido nunca separación, sino la creencia de que así era.

Quizás no parezca importante creer una cosa u otra, o incluso podemos decir que no creemos ni una cosa ni otra, pero lo que actúa y se manifiesta en nuestra vida cotidiana es real y tiene como origen ideas y creencias muy poderosas que se han plasmado en nuestro código genético y de las que no somos conscientes, pero podemos ver su fruto en nuestra realidad concreta.
El sufrimiento de todo tipo como guerras, violencia, enfermedades, pérdidas, etc., son fruto de la creencia separativa, ¿quién sino en su sano juicio se haría daño a sí mismo?
El ser humano cuando se identifica plenamente con la materia concreta, olvida su origen y se siente perdido en el mundo. De ahí surge la emoción básica más densa, el miedo, del cual se derivan otros muchos sentimientos que lo llevan al sufrimiento, y al buscar en la materia algo que le pueda dar seguridad; se vincula más y más al mundo de la forma, cosa que refuerza más su condición egóica y su miedo. Entra en un círculo vicioso sin saber que está en él.
En ese punto cree ver en las religiones la salvación, pero se hace dependiente de ellas, no se siente libre, y se pregunta ¿se puede salir de todo esto?
Por supuesto, pero debemos cambiar el programa original, grabado en el disco duro de nuestra mente. No es fácil cambiar ese programa, ya que, de un estado mental e intangible, ha pasado al físico y concreto, está en nuestro código genético, sin embargo, éste ha ido cambiando en el curso de nuestra evolución.
Necesitamos ir al pensamiento origen, mal llamado también “pecado” original, e instalar nuevas creencias de Unidad; decidir que así lo queremos y voluntad para la acción. Seguro que el antiguo programa irá saliendo de vez en cuando, pero si estamos alerta ya no regirá nuestra vida, solo debemos mirarlo, ser consciente de que aparece, no darle fuerza ni rechazarlo, con la atención en la intención clara de un cambio de mente (metanoia).
La llama del Espíritu sigue viva en nosotros, nos recuerda nuestro origen, rindámonos al Ser y la Luz de la Conciencia iluminará nuestra oscuridad.

EJERCICIO PRÁCTICO

Dispuestos a la práctica, comienza con unas respiraciones profundas, atento a tu respiración. Relaja con cada espiración, desde los pies hasta la cabeza, no tengas ninguna prisa, céntrate en el ahora, en la energía de vida que hay en tu cuerpo, se consciente de cada parte de él, sigue tu respiración conscientemente, observa si surgen sensaciones, pensamientos, toma el papel de observador. En algún momento de tu meditación ¿puedes determinar no como pensamiento, sino como sensación qué creencia hay en ti en relación a lo que eres, o a lo que crees que eres, o ….a tu origen?, no establezcas juicios, únicamente, mira la sensación. Si no surge nada, no te preocupes, ni intentes pensar, silénciate unos momentos y después sal lentamente. De cualquier modo, si estas alerta, te puede llegar la respuesta, o no, vive el ahora, se consciente de él.
Gracias por vuestra atención