EL ELEMENTO METAL

En el otoño se va replegando la energía y se conserva para el invierno, al igual que guardamos las cosechas. El elemento Tierra da paso al elemento Metal.
El elemento Metal controla los pulmones, que, con la esencia vital del aire y a través de la respiración, limpian de toxinas nuestra sangre. Rige también el intestino grueso, que elimina residuos y recicla el agua.
Su color es el blanco, el sentido: el olfato, el órgano de manifestación externo: la nariz. Este es el momento de la comprensión global, el momento de deshacerse de lo viejo física, emocional y mentalmente.

La experiencia vivida nos ha dejado un gran aprendizaje, pero no nos aferremos, deberíamos desposeernos, dejar espacio libre y dar paso a un nuevo ciclo que empezará en el elemento Agua.
Cuando ya se ha realizado la acción (elemento Tierra), no deberíamos estancarnos en su recuerdo. La experiencia vivida nos sirve para este presente, pero no es la vida en sí misma; la vida no se detiene en el ayer.

En esta época la práctica consciente de la respiración ayuda al corazón en la circulación de la sangre. La energía dirige a la sangre: a dónde va la energía, la sangre la sigue. Esta íntima relación entre respiración y pulso, energía y sangre, es la base de los ejercicios respiratorios chinos.
Con la respiración controlamos también la respiración celular. La vitalidad depende de nuestra forma de respirar: la piel, que también respira por sus poros, constituye la primera defensa en contra de elementos nocivos medioambientales.
La respiración diafragmática, con el movimiento de expansión y contracción, produce un impulso en el intestino grueso muy beneficioso, ya que ayuda a evitar el estreñimiento, y, así, el paso de toxinas a la sangre.

Como en cada elemento, la alimentación (ahora ya más concentrada) equilibrada y adecuada a la estación, sin excesos y del entorno cercano, es primordial. Las actitudes posesivas nos llevan a “fabricar” mucosidades, que actúan como pegamento para no “dejar ir”.

El elemento Metal corresponde a la ancianidad, si somos conscientes llegamos sanos a este momento. En la ancianidad se concentra toda la sabiduría de la experiencia vivida, todo el conocimiento de uno mismo sin ningún juicio y nos desposeemos de todo apego.
Sin embargo, sin el conocimiento pleno de nosotros mismos y la integración consciente de espíritu y materia, esta sabia etapa de la vida la convertimos en decrepitud. La creencia en la separación nos lleva hacia enfermedades físicas y mentales llenas de confusión, nos apegamos física, emocional y mentalmente, no soltamos lastres y el nuevo ciclo seguramente lo comenzaremos con un gran equipaje.

El autoconocimiento de nosotros mismos con alegría y sin justificaciones, el desapego, el delegar en otros, la mentalidad flexible y abierta, hace que vivamos esta etapa en Plenitud.
Démonos el tiempo necesario para observar la naturaleza y…. seguimos su ejemplo?