ELEMENTO TIERRA

De acuerdo con la teoría de los cinco elementos de la que nos habla la filosofía oriental, hay una época de cambio entre una estación del año y otra (do-yo): es cuando finaliza una estación y todavía no ha entrado plenamente la siguiente, pero ya se apunta su devenir. La época en la que este cambio se hace más evidente es la de finales del verano, (segundo verano) y a este elemento se le llama tierra.

Septiembre es la zona intermedia más intensa que encontramos en el año. En un día sería el momento del atardecer, hacia las seis de la tarde, cuando se comienza a disipar el calor del mediodía (elemento fuego, máximo yang, juventud) pero aún no ha llegado la noche, la energía comienza a descender. Es el momento de la madurez en el hombre, de la recolección de las cosechas.
Si los ciclos anteriores se han vivido plenamente, nos llegará en este elemento la energía equilibrada. Tierra rige el sistema digestivo, el color amarillo, el sentido del gusto, la claridad mental, el centro,…, debemos cuidar que la humedad ambiental no se incremente en nosotros con excesos de refrescos muy fríos, café, helados, etc.

Nuestra alimentación debe equilibrar esa humedad del ambiente con los productos que en esta época nos da nuestro entorno. Observad si tenéis exceso de frío, qué es lo que habéis comido, cómo respiráis y qué ejercicio hacéis; ahora ya no hace tanto calor y ya no necesitamos tantos alimentos crudos ni tantos líquidos fríos (muy yin). Igualmente, el exceso de azúcares y de hidratos, sobre todo en forma de harinas refinadas, dañan el bazo y producen gran dispersión mental, aparte de disfunciones más graves.

Comienza en esta época un equilibrio entre las horas del día y las de la noche, la luz y la sombra. Es el momento de consolidar las ideas, de disipar las dudas y de poner acción, de realizar.
No es casual que sea el momento de comenzar nuevas actividades: debemos observar y dar el paso que creamos adecuado, sin dejar que la duda nos paralice.

Cuando observamos sin juicios, surge nuestra conciencia mineral, la observación sin tiempo ni espacio, sin análisis. Entonces surge la acción desde la intuición y nos sentimos optimistas, todo fluye y digerimos mejor. Desde esa conciencia mineral establecemos la “toma de tierra" necesaria para estar “centrados”. Y cuando tomamos conciencia de algo, avanzamos un paso más en nuestra evolución.

El movimiento es constante, por lo que cada estación, cada día, cada instante, es diferente. Si observamos, si nos conocemos, si dejamos que se exprese nuestra intuición y la escuchamos, sabremos cada momento lo que necesitamos. Si nos entregamos a ese fluir energético, desaparecerán nuestros bloqueos físicos, emocionales y mentales.

Silenciémonos y escuchémonos
Lo probamos?