ESPACIOS DE QUIETUD

En este tiempo veraniego en el que la temperatura es más yang (calor, densidad, luz), nosotros deberíamos buscar el equilibrio con una actitud más yin (frescor, tranquilidad, pasividad, silencio), tanto en la actividad como en la alimentación, y, en general, lo que hacemos es llenar nuestro tiempo con exceso de actividad y de comida.

Nos decimos: “… ahora que tengo vacaciones, aprovecharé para…” y buscamos estar siempre ocupados. Incluso estando de viaje o en otro ambiente, seguimos ese ritmo frenético e incansable de hacer, hacer y hacer, sin darnos cuenta de que nos separamos cada vez más de nosotros mismos, hasta que no nos conocemos en absoluto. Estamos dispersos y confundidos, no nos damos permiso para lo que se considera “perder el tiempo”.

Como, generalmente, somos esclavos de nuestra mente, ésta nos lleva por donde quiere y hacia donde va la masa crítica del colectivo humano, como si fuera una locura generalizada, pero creyendo que estamos cuerdos… fiestas, celebraciones con excesos de comida y bebida con las que nuestro pobre hígado no puede, ¿nos creemos cuerdos?

Sin embargo, para observar todo esto, primero debemos ser conscientes de que hay algo que observar, y, cuando tenemos conciencia de esto, debemos tener la voluntad de querer observar, buscar espacio y tiempo.

Miremos por un momento la lista de cosas que nos hemos propuesto hacer este verano. Tomemos unas respiraciones de tranquilidad y observemos la cantidad de actividades que buscamos o “nos buscan” para “dis-traernos”, “di-vertirnos”, en fin, separarnos de nuestro Yo. Por supuesto, que esto no es “malo” por sí mismo, lo “menos bueno” es que creamos que “sólo” hay que hacer eso.

Si somos conscientes de esto, busquemos en nuestra vida cotidiana pequeños espacios de quietud, de silencio, de observación del presente, si es posible sin hacer juicios de valor, ni siquiera de estos espacios.
Poco a poco sentiremos la Unidad del observador, lo observado y el acto de observar.

FELIZ VERANO !